Greenwashing, el enemigo invisible de la transición energética
Vivimos en un momento en el que todo parece urgente; el cambio climático, la transición energética, la necesidad de actuar. Y, en medio de esa urgencia, la sostenibilidad se ha convertido en una palabra omnipresente. Está en los discursos de las empresas, en las campañas publicitarias y en las memorias corporativas. Pero ¿qué ocurre cuando esa sostenibilidad se queda solo en la superficie?
El greenwashing es precisamente eso, aparentar ser sostenible sin serlo. Es una estrategia que utilizan algunas organizaciones para proyectar una imagen respetuosa con el medioambiente sin haber hecho cambios reales. Pero ¿por qué es peligroso?
El greenwashing no es un simple error de comunicación. Es una distorsión que confunde a los ciudadanos, frena el avance colectivo y mina la credibilidad de quienes sí están haciendo bien las cosas. Se presenta de muchas formas; promesas sin calendario, compromisos sin trazabilidad, logotipos verdes en productos que no lo son. En definitiva, declaraciones que suenan bien, pero que no se sostienen cuando se analizan de cerca.
En Edison Next no creemos en atajos mágicos. La sostenibilidad no se improvisa ni se pinta de verde, se construye desde dentro con trabajo técnico, datos precisos y soluciones que generan un impacto real. Nuestro enfoque no empieza con una campaña, sino con una auditoría, con un diagnóstico, y con la revisión detallada de los consumos, los procesos y las oportunidades reales de mejora. Y continúa con la implementación, el seguimiento y la medición continua. Porque lo que no se puede medir, no se puede mejorar. Y lo que no mejora, no transforma.
Combatir el greenwashing requiere algo más que buenas intenciones. Hace falta una metodología sólida, la capacidad de decir «no» cuando un proyecto no aporta valor y el compromiso de acompañar a cada cliente en su hoja de ruta, con transparencia, rigor y soluciones viables. En Edison Next llevamos años apostando por una sostenibilidad que, en vez de ruido, busca resultados. Una sostenibilidad con cifras, con ahorros, con toneladas de CO₂ evitadas y con edificios, fábricas o municipios que funcionan mejor que antes.
En estos momento, nuestro país necesita más sostenibilidad de verdad y menos eslóganes bien diseñados. Necesita empresas que no solo digan lo que van a hacer, sino que realmente lo hagan. Y lo hagan bien. Porque, al final, la transición energética no se gana en los discursos, se gana en el terreno, con decisiones difíciles, con socios energéticos implicados y con soluciones que cambian las cosas de verdad.